sábado, 24 de noviembre de 2012

lunes, 5 de noviembre de 2012

En esta SEMANA DIVINO MAESTRO nos unimos en la FE para celebrar en FAMILIA...
Desfile Deportivo...
Juego Inter Institucional...
Catequesis...
Eucaristía....
Compartir....

domingo, 4 de noviembre de 2012

04/11/2012
Gaceta Oficial 40029 - Consejos Educativos
Estimados representantes: cumplimos con la publicación de la Gaceta Oficial N° 40029, relativa a la conformación de los Consejos Educativos.Importante leerla para futuros encuentros de reflexión conjunta.
https://rapidshare.com/files/465749364/Gaceta%20Consejos%20Educativos_16102012-3546.pdf

miércoles, 31 de octubre de 2012

lunes, 29 de octubre de 2012

LA PALABRA DEL PAPA

¿Qué es la fe? ¿Qué significa creer hoy?


  El santo padre continúa su ciclo de catequesis por el Año de la Fe CIUDAD DEL VATICANO, jueves 25 octubre 2012 (ZENIT.org).-

Ayer a las 10,30 se realizó la Audiencia general en la plaza de San Pedro, presidida por el papa Benedicto XVI ante una multitud que lo esperaba desde temprano. En su discurso, el papa continuó con el ciclo de catequesis dedicado al Año de la Fe iniciado la semana pasada, en el cual explicó “¿Qué es la fe?”.

Queridos hermanos y hermanas: El miércoles pasado, con el inicio del Año de la fe, comencé una nueva serie de catequesis sobre la fe. Y hoy quisiera reflexionar con ustedes sobre una cuestión fundamental: ¿qué es la fe? ¿Tiene sentido aún la fe en un mundo donde la ciencia y la tecnología han abierto horizontes, hasta hace poco tiempo impensables? ¿Qué significa creer hoy? En efecto, en nuestro tiempo es necesaria una renovada educación en la fe, que incluya por cierto un conocimiento de su verdad y de los acontecimientos de la salvación, pero que principalmente nazca de un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo, de amarlo, de confiar en él, de tal modo que toda la vida esté involucrada con él.

Hoy, junto a muchos signos de buena, crece a nuestro alrededor también un cierto desierto espiritual. A veces, se tiene la sensación, por ciertos hechos que conocemos todos los días, de que el mundo no va hacia la construcción de una comunidad más fraterna y pacífica; las mismas ideas de progreso y bienestar también muestran sus sombras. A pesar del tamaño de los descubrimientos de la ciencia y de los resultados de la tecnología, el hombre hoy no parece ser verdaderamente más libre, más humana; todavía permanecen muchas formas de explotación, de manipulación, de violencia, de opresión, de injusticia… Luego, un cierto tipo de cultura ha educado a moverse solo en el horizonte de las cosas, de lo posible, a creer solo en lo que vemos y tocamos con las manos. Por otro lado, sin embargo, crece el número de personas que se sienten desorientados y, al tratar de ir más allá de una realidad puramente horizontal, se predisponen a creer en todo y su contrario.

En este contexto, surgen algunas preguntas fundamentales, que son mucho más concretas de lo que parecen a primera vista: ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el hombre, para nosotros y para las generaciones futuras? ¿En qué dirección orientar las decisiones de nuestra libertad en pos de un resultado bueno y feliz de la vida? ¿Qué nos espera más allá del umbral de la muerte? A partir de estas ineludibles preguntas, surge como un mundo de la planificación, del cálculo exacto y de la experimentación, en una palabra, el conocimiento de la ciencia, que si bien son importantes para la vida humana, no es suficiente.

Nosotros necesitamos no solo el pan material, necesitamos amor, sentido y esperanza, de un fundamento seguro, de un terreno sólido que nos ayude a vivir con un sentido auténtico, incluso en la crisis, en la oscuridad, en las dificultades y en los problemas cotidianos. La fe nos da esto: se trata de una confianza plena en un "Tú", que es Dios, el cual me da una seguridad diferente, pero no menos sólida que la que proviene del cálculo exacto o de la ciencia. La fe no es un mero asentimiento intelectual del hombre frente a las verdades en particular sobre Dios; es un acto por el cual me confío libremente a un Dios que es Padre y me ama; es la adhesión a un "Tú" que me da esperanza y confianza. Ciertamente que esta adhesión a Dios no carece de contenido: con ella, sabemos que Dios se ha revelado a nosotros en Cristo, hizo ver su rostro y se ha vuelto cercano a cada uno de nosotros.

En efecto, Dios ha revelado que su amor por el hombre, por cada uno de nosotros, es sin medida: en la cruz, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre, nos muestra del modo más luminoso a qué grado llega este amor, hasta darse a sí mismo, hasta el sacrificio total. Con el misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo, Dios desciende hasta el fondo de nuestra humanidad para que llevarla a Él, para elevarla hasta que alcance su altura. La fe es creer en este amor de Dios, que no diminuye ante la maldad de los hombres, ante el mal y la muerte, sino que es capaz de transformar todas las formas de esclavitud, dando la posibilidad de la salvación.

Tener fe, entonces, es encontrar ese "Tú", Dios, que me sostiene y me concede la promesa de un amor indestructible, que no solo aspira a la eternidad, sino que le da; es confiar en Dios con la actitud del niño, el cual sabe que todas sus dificultades, todos sus problemas están a salvo en el "tú" de la madre.

Y esta posibilidad de salvación a través de la fe es un don que Dios ofrece a todos los hombres. Creo que deberíamos meditar más a menudo --en nuestra vida diaria, marcada por problemas y situaciones a veces dramáticas--, en el hecho que creer cristianamente significa este abandonarme con confianza al sentido profundo que me sostiene a mí y al mundo; una sensación de que no somos capaces de darnos, sino de solo recibir como un don, y que es la base sobre la que podemos vivir sin miedo. Y esta certeza liberadora y tranquilizadora de la fe, debemos ser capaces de proclamarla con la palabra y demostrarla con nuestra vida de cristianos.

A nuestro alrededor, sin embargo, vemos cada día que muchos son indiferentes o se niegan a aceptar este anuncio. Al final del Evangelio de Marcos, tenemos palabras duras del Señor resucitado que dice: "El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará" (Mc. 16,16), se pierde a sí mismo. Los invito a reflexionar sobre esto. La confianza en la acción del Espíritu Santo, nos debe empujar siempre a ir y predicar el Evangelio, al testimonio valiente de la fe; pero, además de la posibilidad de una respuesta positiva al don de la fe, también existe el riesgo de un rechazo del Evangelio, del no acoger el encuentro vital con Cristo.

Ya san Agustín ponía este tema en su comentario sobre la parábola del sembrador: "Nosotros hablamos –decía--, echamos la semilla, la extendemos. Hay quienes desprecian, critican, se burlan. Si les tememos, no tenemos nada que sembrar y el día de la cosecha se quedara sin que se recoja. Por tanto, venga la semilla de la tierra buena" (Discorsi sulla disciplina cristiana, 13,14: PL 40, 677-678). En consecuencia, la negativa no puede desalentarnos.

Como cristianos, somos testigos de este suelo fértil: nuestra fe, a pesar de nuestros límites, demuestra que hay buena tierra, donde la semilla de la Palabra de Dios produce frutos abundantes de justicia, de paz y de amor, de nueva humanidad, de salvación. Y toda la historia de la Iglesia, con todos los problemas, demuestra también que hay la tierra buena, que existe una semilla buena, y que da fruto. Pero preguntémonos: ¿de dónde saca el hombre esa apertura del corazón y de la mente para creer en el Dios que se ha hecho visible en Jesucristo, muerto y resucitado, para recibir su salvación, de tal modo que Él su evangelio sean la guía y la luz de la existencia? Respuesta: nosotros podemos creer en Dios porque Él se acerca a nosotros y nos toca, porque el Espíritu Santo, don del Señor resucitado, nos hace capaces de acoger el Dios vivo.

La fe es, pues, ante todo un don sobrenatural, un don de Dios. El Concilio Vaticano II dice: "Para profesar esta fe es necesaria la gracia de Dios, que proviene y ayuda, a los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente y da “a todos la suavidad en el aceptar y creer la verdad”".(Dei Verbum, 5). En la base de nuestro camino de fe está el bautismo, el sacramento que nos da el Espíritu Santo, volviéndonos hijos de Dios en Cristo, y marca la entrada en la comunidad de fe, en la Iglesia no creo uno por sí mismo, sin la gracia previa del Espíritu; y no se cree solo, sino junto a los hermanos. Desde el Bautismo en adelante, cada creyente está llamado a revivir esto y hacer propia esta confesión de fe, junto a los hermanos. La fe es un don de Dios, pero también es un acto profundamente humano y libre.

El Catecismo de la Iglesia Católica dice claramente: "Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre" (n. 154). Más aún, las implica y las exalta, en una apuesta de vida que es como un éxodo, es decir, en un salir de sí mismo, de las propias seguridades, de los propios esquemas mentales, para confiarse a la acción de Dios que nos muestra el camino para obtener la verdadera libertad, nuestra identidad humana, la verdadera alegría del corazón, la paz con todos.

Creer es confiar libremente y con alegría en el plan providencial de Dios en la historia, como lo hizo el patriarca Abraham, al igual que María de Nazaret. La fe es, pues, un acuerdo por el cual nuestra mente y nuestro corazón dicen su propio "sí" a Dios, confesando que Jesús es el Señor. Y este "sí" transforma la vida, abre el camino hacia una plenitud de sentido, la hace nueva, llena de alegría y de esperanza fiable. Queridos amigos, nuestro tiempo requiere de cristianos que estén aferrados de Cristo, que crezcan en la fe a través de la familiaridad con la Sagrada Escritura y los sacramentos. Personas que sean casi un libro abierto que narra la experiencia de la vida nueva en el Espíritu, la presencia de un Dios que nos sostiene en el camino y que nos abre hacia la vida que no tendrá fin.

Gracias. Traducido del original italiano por José Antonio Varela V.

sábado, 27 de octubre de 2012

Para VIVIR de FE y SER FELICES necesitamos formarnos cada día...



Aciprensa
Todos los Santos
Para los creyentes, la fiesta de Todos los Santos refleja la fe en el futuro para quienes esperan y viven según el Evangelio predicado por Jesús. El respeto a los restos mortales de quienes murieron en la fe y su recuerdo, se inscribe en la veneración de quienes han sido «templos del Espíritu Santo».
La fiesta de Todos los Fieles Difuntos fue instituida por San Odilón, monje benedictino y quinto Abad de Cluny en Francia el 31 de octubre del año 998. Al cumplirse el milenario de esta festividad, el papa Juan Pablo II recordó que «San Odilón deseó exhortar a sus monjes a rezar de modo especial por los difuntos. A partir del Abad de Cluny comenzó a extenderse la costumbre de interceder solemnemente por los difuntos, y llegó a convertirse en lo que San Odilón llamó la Fiesta de los Muertos, práctica todavía hoy en vigor en la Iglesia universal».
«Al rezar por los muertos —decía el Santo Padre—, la Iglesia contempla sobre todo el misterio de la Resurrección de Cristo que por su Cruz nos obtiene la salvación y la vida eterna. La Iglesia espera en la salvación eterna de todos sus hijos y de todos los hombres».Tras subrayar la importancia de las oraciones por los difuntos, el Pontífice afirma que las «oraciones de intercesión y de súplica que la Iglesia no cesa de dirigir a Dios tienen un gran valor. El Señor siempre se conmueve por las súplicas de sus hijos, porque es Dios de vivos. La Iglesia cree que las almas del purgatorio “son ayudadas por la intercesión de los fieles, y sobre todo, por el sacrificio propiciatorio del altar”, así como “por la caridad y otras obras de piedad”».
En razón a ello, el Papa a los católicos «a rezar con fervor por los difuntos, por sus familias y por todos nuestros hermanos y hermanas que han fallecido, para que reciban la remisión de las penas debidas a sus pecados y escuchen la llamada del Señor».
¿Qué es y qué significa «Halloween»?

Halloween deriva de All hallow's eve, expresión del inglés antiguo que significa ‘víspera de todos los santos’, ya que se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. Sin embargo, la antigua costumbre anglosajona le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un triste retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.

Cultura y negocio del terror
Una cultura de consumo que propicia y aprovecha las oportunidades para hacer negocios, sin importar cómo. Hollywood ha contribuido a la difusión del Halloween con una serie de películas en las cuales la violencia gráfica y los asesinatos crean en el espectador un estado morboso de angustia y ansiedad. Estas películas son vistas por adultos y niños, creando miedo en estos últimos y una idea errónea de la realidad. El Halloween hoy es, sobre todo, un gran negocio. Máscaras, disfraces, dulces, maquillaje y demás artículos necesarios son un motor más que suficiente para que algunos empresarios fomenten el «consumo del terror». Se busca además favorecer la imitación de las costumbres norteamericanas por considerarse que esto está bien porque este país tiene chapa de «superior».
Pensándolo desde la fe
Una propuesta de temas para considerar detenidamente nuestra fe católica y la actitud que debemos tomar ante el Halloween.
Ante todos estos elementos que componen hoy el Halloween, vale la pena reflexionar y hacerse las siguientes preguntas:
1.      ¿Es que, con tal que se diviertan, podemos aceptar que los niños al visitar las casas de los vecinos, exijan dulces a cambio de no hacerles un daño (estropear muros, romper huevos en las puertas, etc.)? Respecto de la conducta de los demás se puede leer el criterio de Nuestro Señor Jesucristo en Lc 6, 31.
2.      ¿Qué experiencia (moral o religiosa) queda en el niño que para «divertirse» ha usado disfraces de diablos, brujas, muertos, monstruos, vampiros y demás personajes relacionados principalmente con el mal y el ocultismo, sobre todo cuando la televisión y el cine identifican estos disfraces con personajes contrarios a la sana moral, a la fe y a los valores del Evangelio.? Veamos qué dice Nuestro Señor Jesucristo del mal y lo malo en Mt 7, 17 y Mt 6, 13. La Palabra de Dios nos habla de esto también en 1 Pe 3, 8-12.
3.      ¿Cómo podemos justificar como padres de una familia cristiana que nuestros hijos, el día de Halloween hagan daño a las propiedades ajenas? ¿No seríamos totalmente incongruentes con la educación que hemos venido proponiendo en la cual se debe respetar a los demás y que las travesuras o maldades no son buenas? ¿No sería esto aceptar que, por lo menos, una vez al año se puede hacer el mal al prójimo? ¡Qué nos enseña Nuestro Señor Jesucristo sobre el prójimo? Leamos Mt 22, 37-40.
4.      Con los disfraces y la identificación que existe con los personajes del cine ... ¿no estamos promoviendo en la conciencia de los pequeños que el mal y el demonio son solo fantasías, un mundo irreal que nada tiene que ver con nuestras vidas y que por lo tanto no nos afectan? La Palabra de Dios afirma la existencia del diablo, del enemigo de Dios en St 4, 7; 1 Pe 5, 18; Ef 6, 11; Lc 4, 2; Lc 25, 41.
5.      ¿Qué experiencia religiosa o moral queda después de la fiesta del Halloween?
6.      ¿No es Halloween otra forma de relativismo religioso con la cual vamos permitiendo que nuestra fe y nuestra vida cristianas se vean debilitadas?
Si aceptamos todas estas ideas y las tomamos a la ligera en «aras de la diversión de los niños» ¿Qué diremos a los jóvenes (a quienes durante su infancia les permitimos jugar al Halloween) cuando acudan a los brujos, hechiceros, médiums, y los que leen las cartas y todas esas actividades contrarias a lo que nos enseña la Biblia?
Es que nosotros, como cristianos, mensajeros de la paz, el amor, la justicia, portadores de la luz para el mundo ¿podemos identificarnos con una actividad en donde todos sus elementos hablan de temor, injusticia, miedo y oscuridad? Sobre el tema de la paz podemos leer Fil 4, 9 y Gal 5, 22. Ver qué dice Jesús sobre esto en Mt 5, 14 y Jn 8, 12.
Si somos sinceros con nosotros mismos y buscamos ser fieles a los valores de la Iglesia católica, llegaremos a la conclusión de que el Halloween no tiene nada que ver con nuestro recuerdo cristiano de los Fieles Difuntos, y que todas sus connotaciones son nocivas y contrarias a los principios elementales de nuestra fe.
Sugerencias para los padres de familia
¿Cómo darle a los hijos una enseñanza auténtica de la fe católica en estas fechas? ¿Cómo hacer que se diviertan con un propósito verdaderamente católico y cristiano? ¿Qué podemos enseñarles a los niños sobre esta fiesta?
Ante la realidad que inunda nuestro medio y que es promovida sin medida por el consumismo nos preguntamos ¿qué hacer? ¿Taparnos los ojos para no ver la realidad? ¿Buscar buenas excusas para justificar su presencia y no darle mayor importancia a este «juego»? ¿Debemos prohibirles a nuestros hijos participar en el Halloween mientras que sus vecinos y amigos se «divierten»? ¿Serían capaces los niños de entender todos los peligros que corren y por qué de nuestra negativa a participar en esto?
La respuesta no es sencilla, sin embargo creemos que sí hay algunas cosas que podemos hacer:
Lo primero es organizar una catequesis con los niños en los días anteriores al Halloween, con el objeto de enseñarles el por qué de la festividad católica de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, haciéndoles ver la importancia de celebrar nuestros Santos, como modelos de la fe, como verdaderos seguidores de Cristo.
En las catequesis y actividades previas a estas fechas, es buena idea que nuestros hijos inviten a sus amigos, para que se atenúe el impacto de rechazo social y sus compañeros entiendan por qué no participan de la misma forma que todo el mundo.
Debemos explicarles de manera sencilla y clara, pero firme, lo negativo que hay en el Halloween y la manera en que se festeja. Es necesario explicarles que Dios quiere que seamos buenos y que no nos identifiquemos ni con las brujas ni con los monstruos, pues nosotros somos hijos de Dios.
Proponemos a los padres de familia una opción para sus hijos, pues seguramente los niños querrán salir con sus amigos en la noche del Halloween: Los niños pueden disfrazarse de ángeles y preparar pequeñas bolsas con dulces, regalos o tarjetitas con mensajes y pasar de casa en casa, y en lugar de hacer el «obsequio o truco» o de pedir dulces, regalarlos a los hogares que visiten y que expliquen que entregan dulces porque la Iglesia católica tendrá muy pronto una fiesta muy importante en la que se celebra a todos aquellos que fueron como nosotros deberíamos ser: los Santos.
Aunque este cambio no será sencillo para los niños, es necesario vivir congruentemente con nuestra fe, y no permitir que los más pequeños tomen como algo natural la connotación negativa del Halloween. Con valor y sentido cristiano, los católicos podemos dar a estas fechas, el significado que tienen en el marco de nuestra fe.

jueves, 25 de octubre de 2012

lunes, 15 de octubre de 2012

JORNADA DE ORACIÓN: UN MILLÓN DE NIÑOS REZANDO EL ROSARIO



¿Qué Queremos?

Unir en el rezo del Santo Rosario a muchos niños y jóvenes; los 18 de octubre de cada año, a las 9 de la mañana, desde las familias, las parroquias y los colegios, para orar por la unión y la paz. Esto lo hemos venido realizando desde el año 2.005 con gran éxito; por medio de la campaña del "Consejo Nacional de Laicos de Venezuela" llamada "Un Millón de Niños Rezando el Rosario por la Unión y la Paz"

¿Por qué una jornada de oración?
Porque la unión y la paz en el mundo entero son dos valores muy importantes para vivir en armonía.

Porque el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz.
Una jornada de oración nos ayuda a unirnos en una manifestación de fe y devoción a nuestra Madre María Santísima.
Motiva a gente de todas partes del mundo, a unirse en oración.
Es un testimonio de alegría, amor y renovación espiritual.


¿Por qué el Santo Rosario?
Porque es una de las más conocidas devociones marianas
Porque en el Santo Rosario meditamos la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Porque la Santísima Virgen, ha pedido en innumerables apariciones; vernos unidos en oración.


¿Por qué en especial los niños? Aunque la invitación se extienda a jóvenes y familias también?

Porque Jesús dijo "Dejen que los niños vengan a mi" y la oración es una forma de acercarlos a Él.

Los niños deben conocer las devociones marianas para aprenderlas a amar desde pequeños.

Queremos inculcar en los niños dos valores universales : la unión y la paz.

Los niños son dados a aprender y vivir con inocencia y sencillez, nuevas experiencias de acercamiento a Dios.

Porque pueden llevar a sus casas lo aprendido, haciendo partícipes a todos los miembros de la familia, de esta experiencia de oración.

¿Pueden unirse niños de otras religiones?
Claro que si, deseamos que muchos niños se unan en oración para pedir por la paz y la unión de todos los que formamos parte de este mundo tan maravilloso. El día 18 de octubre se pueden reunir y hacer oración por esta intención y así estar sintonizados con niños de todo el mundo.

¿Dónde se puede realizar esta jornada de oración?


En las aulas de clase, en el patio del colegio
En las parroquias, las capillas
En el hogar, invitando a los vecinos
En casas hogares, hospitales





15 AL 19. SEMANA DE LA AVEC

La Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC) nació el 18 de octubre de 1945 “como asociación civil sin fines de lucro, educativa, cultural, abierta al diálogo ecuménico, sin afiliación política y al servicio de la Iglesia y la Comunidad Nacional Venezolana”. Desde sus inicios ha formado parte de la Conferencia Interamericana de Educación Católica (CIEC), la Oficina Internacional de Educación Católica (OIEC), el Episcopado, las Congregaciones Religiosas y las Instituciones de Educación Católica del país, lo que permiten concluir que, además de ser una asociación venezolana dedicada al logro de la excelencia a través de los valores educativos y evangelizadores que la caracterizan, es también una organización con respaldo internacional. Hoy, 65 años después de su concreción, su presencia se ha extendido por todo el territorio; con algo más de 1000 Centros Educativos y de Atención a nivel nacional pertenecientes a Convenio y otros tantos asociados bajo el régimen de no subvención, la AVEC ha permitido, en parte y con trazos de colores armónicos, que el trabajo en cada uno de éstos, haya cristalizado a base de constancia, esfuerzo y buen servicio, lo que ha enaltecido el nombre del centro y de la AVEC ante la comunidad y sus usuarios, ambos identificados por un elemento en común: el logo AVEC.

domingo, 14 de octubre de 2012

CELEBRAMOS EL DOMUND (DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES)

¿Qué es el Domund?
El Domingo Mundial de las Misiones es el día en que toda la Iglesia universal reza por la actividad evangelizadora de los misioneros y misioneras, y colabora económicamente con ellos en su labor, especialmente entre los más pobres y necesitados.
Con los donativos se subvenciona el sostenimiento de los misioneros y sus colaboradores. También se atienden otras necesidades especiales: construcción de iglesias y capillas, formación cristiana, compra de vehículos..., además de desarrollar proyectos sociales, educativos y sanitarios.
¿Cuándo se celebra esta jornada?

La actividad de cooperación espiritual y material de esta Obra es permanente durante todo el año, pero alcanza especial significación durante el llamado "Octubre misionero". El día del DOMUND es el centro de la celebración misionera.
La Celebración propiamente del DOMUND se lleva a cabo el penúltimo Domingo del mes de Octubre.
Se proponen cinco grandes objetivos

1-Oración ferviente al Señor para acelerar su reinado en el mundo.

2-Hacer comprender a todos los fieles el formidable problema misionero.

3-Estimular el fervor misionero de los sacerdotes y de los fieles.

4-Dar a conocer mejor la Obra de la Propagación de la Fe.

5-Solicitar la ayuda económica en favor de las Misiones.


DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES 2012 (21 DE OCTUBRE)

Este año 2012 en las Obras Misionales Pontificias (OMP) hemos querido unirnos al llamado que nos han hecho nuestros obispos de Venezuela a reflexionar sobre la Paz y la Reconciliación en nuestro país.

Con el lema: queremos que el Domund  2012 sea tiempo de reflexión sobre nuestro compromiso misionero de recrear el mundo desde la paz y la justicia.

No es la paz sólo para los míos y los cercanos, se trata de la paz para todos, para los de mi entorno familiar, social y eclesial, pero también para los lejanos, para los

pueblos del mundo que no alcanzan la Paz porqué aún no conocen al Señor que ha reconciliado la humanidad con su sangre en la cruz (Ef 2,16). La preocupación por las urgencias de nuestro contexto eclesial y nacional no debe ensombrecer nuestra dimensión misionera de corresponsabilidad en el anuncio a los que no conocen la Paz que Cristo el Señor nos ofrece.

En su mensaje de este año para el Domund el Santo Padre Benedicto XVI nos recuerda que “la misión ad gentes debe ser el horizonte constante y el paradigma en todas las actividades eclesiales, porque la misma identidad de la Iglesia está constituida por la fe en el misterio de Dios, que se ha revelado en Cristo para traernos la salvación, y por la misión de testimoniarlo y anunciarlo al mundo, hasta que Él vuelva. Como Pablo, debemos dirigirnos hacia los que están lejos, aquellos que no conocen todavía a Cristo y no han experimentado aún la paternidad de Dios, con la conciencia de que “la cooperación misionera se debe ampliar hoy con nuevas formas para incluir no sólo la ayuda económica, sino también la participación directa en la evangelización” .

Hagamos del mes del Domund una oportunidad para orar, reflexionar y celebrar la Paz que la Iglesia Misionera por mandato de su Señor está llamada a anunciar.

Esforcémonos por mirar el mundo con un corazón misionero que sufre con los dolores de la humanidad. Oremos por las Iglesias Mártires de India, Sudán, Nigeria.

Que el Domund sea tiempo de intercesión por la paz y que nos unamos a todas las comunidades cristianas y parroquias del mundo que se hermanan en compartir la misión, apoyando la solicitud misionera del Santo Padre, en su ayuda a las Iglesias de misión. Y en esto seamos fieles al Señor y al Vicario de Cristo. No olvidemos que el destino exclusivo de esta colecta es la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, para que, a través de las Obras Misionales Pontificias del mundo, el Santo Padre distribuya los fondos recaudados a las Iglesias en países de misión, que se esfuerzan por hacer posible la Paz que Jesús nos dejó como tarea. Para los proyectos misioneros que muchas de nuestras  parroquias, grupos y colegios apoyan, ya habrá otros días y otras ocasiones.

Finalmente dejemos que sea Juan Pablo, incasable misionero de la paz, quien termine estas líneas: “La paz es obra nuestra: exige nuestra acción decidida y solidaria. Pero es inseparablemente y por encima de todo un don de Dios: exige nuestra oración. Los cristianos deben estar en primera fila entre aquellos que oran diariamente por la paz; deben además educar a orar por la paz.” (Juan Pablo II, XII Jornada Mundial de la Paz, 1979).

Con mi afecto y bendición:

P. Andrea Bignotti, imc

Director de las OMP - Venezuela

UNA NUEVA CANCIÓN PARA APRENDER EN ESTE AÑO DE LA FE